¡Vida!
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Llegó el Otoño, los fríos, y con ellos nuestros poetas que se habían retirado para hurgar entre sus papeles y construir así sus ficciones, sus teselas imaginarias. Y reciban otro número más de nuestro Caleidoscopio de Ideas. Casi a las puertas de los turrones. Dicen que los amores y las bicicletas son para el verano. Pero nosotros apostamos también por el Otoño, la bufanda, el gorro y el echarpe. Las nieblas y la sierra de Madrid, los hielos, las nubes, las ventoleras.
¿Y cuál es nuestro menú para este número? Escuchen: somos amantes de la lluvia como los adolescentes lo son de los besos cautivos: elogiamos así nuestra pubertad. Vivimos en tiempos breves, nos asfixiamos con nuestros amores y su voz tierna o confusa, pero también somos prosa y nostalgia, somos recuerdos evanescentes: ésta es Rosario. Somos héroes que marcharon sobre la historia (Jenofonte) pero también héroes arrancados al día-día, somos héroes locales. Somos niños que nos enseñan que los sueños están ahí, que existen y los necesitamos. Y somos los que viajaron y descubrieron ciudades donde pensar era un pecado. Todo esto somos.
Pero cómo no, nuestro mejor postre y sobremesa, hablarles de nuestra sabrosa cocina literaria: nuestra personal tertulia “online”, donde nuestros lectores y amigos parlotean sobre la literatura. Donde nuestro compañero Caque reflexiona sobre el poder del seudónimo y la vida pública del que roza el éxito de lo mundano. Y no podernos despedirnos sin mencionar a nuestro particular maldito: el genial José Hierro. Poeta entre poetas.
Verán que nos acompañan nuevas firmas. Poco a poco nuestro parnasillo se inunda de color, de matices: de vida. Aquí nos tienen para lo que gusten. ¡Ah!, esperamos sus plumas y ojos. Sus escritos, sus colaboraciones y su tiempo. Estimados lectores, disfruten, el telón se alza. Es hora de la chanza, del timbal del tahúr y del encanto del escribano que imagina mundos.
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Nota de copyright. Ilustración de Betty Alter.